Morreu uma parte de nos
Es inútil recordar una vez más el destrozo inesperado de esta muerte: 47 años, dos hijos maravillosos, un carrerón científico e investigativo con la calificación de excelente, destreza mítica en cirugía de órbita, pedagogo excepcional en oftalmología. Listo, alto, guapo, simpático, solidario, cosmopolita, en plenitud de vida y de facultades, gestor de futuros, creador de innovaciones para ayudar y curar a la gente. Toda esta admirable arquitectura humana fue demolida hace dos días, en segundos, en un gesto atroz en que la muerte se ha vengado una vez más de todos nosotros, de todos nuestros cariños, de todas nuestras esperanzas.
Morreu uma parte de nós! decía ayer uno de los innumerables mensajes recibidos de todo el mundo (el del Dr.Joaquim Neto Murta)
Yo creo que ahora no es tiempo ya de preguntarnos por qué ha pasado esta desgracia. Todos coincidimos en que un cerebro tan complejo y rico como el de Gonzalo, una psicología tan poblada de idiomas, ciencias, proyectos, preguntas y afectos se ha ido convirtiendo en los últimos años de su existencia en una bomba de relojería que desbordó al propio Gonzalo, a sus padres que han velado con heroica dedicación su enfermedad, a los colegas que trabajaban a su lado, a los amigos todos… y en la mañana cenicienta y aciaga del viernes estalló sin dejar títere con cabeza.
“yo os digo: tenemos que separar el recuerdo del dolor, en cuanto sea posible. Para que no todo el pasado sea un asunto de dolor. O una parte al menos en cuanto sea posible para que no todo el pasado esté tan impregnado de dolor. Sólo así podremos recordarlo mejor. Sentir en nuestra carne la profundidad del dolor, su herida, pero alejarme solamente lo necesario para que el pecho pueda dilatarse en un respiro completo” ( David Grossman. “Caduto fuori dal tempo”)
Murió Gonzalo y con él morreu uma parte de nos. Pero es tan sólo una parte aunque sea grande y dolorosa como un océano. Pero es una parte. Queda vida. Hay partido.
Esto ha tenido epifanías bien claras en este día y medio apenas que llevamos sin él. El rio de gente, de amigos, de médicos, de personal de la salud que pasó por el tanatario de El Salvador de Valladolid sin poder contener sus lágrimas y esculpiendo en abrazos y palabras un emocionante testimonio de solidaridad y afecto.
Y en el coro de las respuestas familiares que se ha convertido también durante estos pocos días en un incendio de besos, de palabras rotas, de viajes urgentes para llegar a tiempo a Valladolid y a Porquera para decirle adiós a Gonzalo.
Insisto: el reto lo tenemos ahora, por una parte el sector de la medicina de los ojos y, por otra, el ámbito entrañable y ancho de la familia. La corona de amigos y colegas de Gonzalo, en lo médico, ocupa una geografía tan grande casi como el planeta. De Zamora a Huston, de Montreal a Valladolid, pasando por Coimbra, Lisboa, Madrid, Barcelona, Valladolid, Roma, Mineapolis, Paris, etc… Y este sector se ha puesto ya a trabajar. (Se está creando un blog para recoger testimonios y noticias y se están diseñando iniciativas de homenajes y memoriales).
Y en la familia la enfermedad y la muerte de Gonzalo ha desencadenado una movilización de afectos, de correos electrónicos, de llamadas, de viajes, de intercomunicaciones que han creado una atmósfera nueva y llena de vitalidad. Somos una tribu vasta, repartida por el mundo, con gente joven e imaginativa que mantenemos pese al ( o causa del) tiempo un capital de afecto, un patrimonio de inteligencia que Gonzalo, casi sin quererlo, ha activado de nuevo con grandísima energía. Queridos tenemos que vivir y trabajar en su memoria.
Aquí quiero acentuar el maravilloso ejemplo de sus padres, Agustín y Carmina. Instalados como estaban, tras una larga vida de trabajos, en una situación plácida de disfrute -- jubilados y felices,-- en el Mediterráneo de Tarragona, de pronto la crisis de Gonzalo les ha sacado de sus casillas. Con setenta años a la espalda, se pusieron en camino como el Moisés de la Biblia, como los profetas y pastores enérgicos del pueblo judío y han dejado la tierra prometida de su retiro. Y desde hace dos largos años han vivido una marea de viajes, han cambiado de casa, han inventado una filiación impremeditada y épica convirtiéndose de nuevo en padres de una criatura que exigía sus cuidados. Han tenido a Gonzalo por segunda vez y le han dedicado todo el tiempo, todos los cuidados y todos los cariños para educarle en esta segunda y atroz infancia Y lo han hecho con tanto valor, con tanta dedicación, con tanto heroísmo que todos nos rendimos ante su grandeza. No han ahorrado tiempo, dinero, esfuerzos, sueños, palabras…. Han pagado incluso un alto precio de enfermedad, somatizando su dolor, en esta gesta extraordinaria (Pido para ellos un aplauso de homenaje)
Pero no ha terminado vuestra tarea, queridos. No ha concluido vuestra paternidad renovada con Gonzalo.
“!¿Quién le va a mantener con vida, quién la va abrazar, sino vosotros dos, arropando, envolviendo con vuestros cuerpos su ausencia, su totalidad”? ¡ (David Grossman, ibid.)
A ti Gabi, y a tu hermano Gonzalito la muerte de vuestro padre os ha cambiado de condición súbitamente. Sois sus hijos, pero el destino en esa infame mañana del pasado viernes os ha convertido de pronto, prematuramente, en padres. Tenéis que hacerle un sitio especial en la memoria y en el corazón para que viva confortablemente una forma nueva de existencia. Estoy seguro de que lo podréis y lo sabréis hacer. Ana, vuestra madre y el coro ancho de su familia y amigos os darán todo el aliento y el respaldo para lograrlo. Contáis con ellos, contáis con todos nosotros.
Ahora debo decir , en un escorzo breve, una experiencia rigurosamente personal que he vivido con Gonzalo. Los dos hemos compartido en Valladolid mucho tiempo, incluso en colaboraciones técnicas estrechas de comunicación. Los dos teníamos el mismo “logo”, la misma “marca” como se dice ahora: Gonzalo Blanco (el segundo apellido apenas se usa en la difusión social). Se ha creado, a veces un gracioso equívoco en nuestra condición de “hombres públicos”, en el pequeño corral de la ciudad. Se hablaba de “Gonzalo Blanco el bueno” y “Gonzalo Blanco el malo”. En ocasiones la gente veía nuestro nombre en la prensa y se creaba un divertido error. Personas que me preguntaban : Oye, te he visto en el periódico como coordinador de un seminario de retinopatía y oculoplastia. A Gonzalo le pasaba lo mismo “te he visto en el periódico ¿pero qué hacías tú promocionando fajas de señora en unos grandes almacenes”?. Yo tenía fama. El tenía prestigio. La fama es una bagatela, una porquería. El tenía el prestigio que solo se logra a base de tesón, inteligencia, profesionalidad y empatía. Y poseía estos valores a raudales.
Ahora no el equívoco, sino la trágica equivocación se ha producido con esta desgracia imprevista Tendría que haber sido al revés. Yo soy mayor, he tenido dos hijos maravillosos, he plantado un ciprés al lado de mi casa y he escrito un libro (precisamente con Gonzalo y Toñi Saornil y, para más inri, sobre oftalmología). No tengo mucho más que hacer en la vida. Yo debería ocupar hoy aquí este féretro y Gonzalo en cambio, continuar en su hospital, en la consulta y el quirófano, en sus libros, en sus viajes de investigador y pedagogo. A veces la economía del cielo funciona peor que la de Rajoy.
Debo dedicar unas últimas palabras a ti, Carmina, cariño. Recuerdo hace muchísimos años asistí al Sermón de la Siete Palabras en la plaza mayor, en una semana Santa de Valladolid. Hacía de oficiante José Luis Martín Deslcalzo, un buen cura y un magnífico escritor. Y recuerdo que, dirigiéndose a la Virgen María la decía algo así. “Madre ¿te acuerdas? qué limpio, qué dulce, qué placentero el parto de Belén. Pero ¡ cuánto dolor y cuánta sangre en este de la cruz! En Belén Cristo atravesó tu virginidad, según decía el viejo astete como un rayo de sol atraviesa un cristal sin romperlo ni mancharlo. Aquí en el Gólgota hay un descomunal derroche de angustia, dolor y sangre …”
Carmina, no es temerario pensar que en aquél momento María tendría en su corazón dudas muy ácidas (“¿para qué tantos años dedicados a este hijo? Cuidando sus primeros pasos, lavándole y planchándole la ropa, alimentándole y protegiendo sus juegos y sueños, las caminatas siguiéndole en su predicación por los itinerarios de Judea y Samaria,¿para qué tanto sacrificio, Dios mio”?) Estos son también, Carmina, tus interrogantes. Y no hay respuestas fáciles. Sólo se me ocurre que hemos asistido todos un episodio profundo de dolor y sangre como María. A un Gólgota, imprevisto e indeseado. En términos de fe va siempre unido a la cruz una luz oculta pero poderosa de resurrección y esperanza. Tienes (tenemos) que agarrarnos desesperadamente a ella.
Amen.
Porquera de Santullán, 5 de mayo de 2013
Gonzalo Blanco Nozal
He pensado mucho en ti en estos días y el sentimiento que mas me ha embargado es el de admiración....eso es lo generabas en los que te rodeaban, por ser un excelente profesional, extremadamente inteligente, bondadoso, generoso, buena persona y mucho mas
He perdido un hermano mayor, puedo decir sin temor a equivocarme que soy quien soy profesionalmente gracias a ti y al grupo de trabajo que conformabas con Toñi, no puedo mas que sentir orgullo de haber formado parte de ese grupo excelente. Tantos recuerdos hermosos de aquella época!
Gonzalo, te llevo en el corazón Hasta siempre, querido amigo, maestro